
Hay tanta “nostalgia” en la literatura, que nos viene bien conocer un sinónimo: el sustantivo abstracto SAUDADE. Definido en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como “Soledad, nostalgia, añoranza”.
El origen etimológico de saudade es la palabra latina solitas: soledad. Pero es algo más que una simple e insatisfactoria soledad. Saudade es el tipo de abandono provocado por la pérdida de algo o de alguien. La consecuencia es la memoria del bien perdido que produce una leve felicidad mezclada con una melancolía inevitable.
Con razón la palabra saudade es tan usada en ritmos tan tristes y a la vez tan alegres como el fado portugués y la música popular brasileña. Pertinentemente la utiliza el cantor Vinicius de Moraes, en el acompañamiento de la película “Orfeo Negro”, una adaptación del trágico mito griego.
En la película un guitarrista negro, llamado Orfeo, se enamora de una voluptuosa mulata llamada Eurídice, por supuesto, quien muere en pleno Carnaval de Río huyendo de la amenaza de un sátiro. Ese es el inicio de la saudade de Orfeo, surge la impotencia ante la pérdida del ser amado, el recuerdo del cuerpo, los encantos desvanecidos y se asume como una sentencia la nueva condición de “Orfeo menos Eurídice”.
En tierras más cercanas, uno de los mejores poetas cusqueños de la generación del cincuenta, Raúl Brozovich, en su libro “Vallejianas” tituló uno de sus poemas con el nombre de Saudades:
Sombra parva de aquella tarde
en que lloro viejas saudades
sombra muerta
delicadas transparencias
el mar
solo y extendido
limonero o gaviota
o dulce guitarra celeste
un viento triste vuelve
a murmurar
no
he dicho que no
palomas oscuras del amor
vuelven a su alero
déjame
partir luna grande
detrás del olivarito.